Por la noche

Moviendo maquinalmente los labios me la encontré. En un soliloquio ante el espejo que estremecía y enternecía por partes iguales. ¡Si me llamaras, sí, si me llamaras! Lo dejaría todo, todo lo tiraría, exclamaba cargada de delirio. Los precios, los catálogos, el azul del océano en los mapas, los días y sus noches, enumeraba pausada y taciturnamente. Los telegramas viejos y un amor. Su mirada se perdía por el infinito y se cautivaba con el horizonte a través de la ventana. Y aun espero tu voz: telescopios abajo, desde la estrella, por los espejos, por los túneles, por los años bisiestos puede venir. Con la mirada sostenida en la nada se iba deslizando lentamente arañando su espalda con la pared. Desgarrada caía. De golpe: No sé por dónde... Desde el prodigio, siempre. Porque si tú me llamas. ¡Si me llamaras, sí, si me llamaras! será desde un milagro, incógnito, sin verlo. Cerraba los ojos, ahondaba su cabeza entre las rodillas, agarraba las piernas. Nunca desde los labios que te besan. Nunca desde la voz que dice ''no te vayas''.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuantas veces me he quedado atontada mirándome al espejo hablando conmigo misma, intentando ver lo que ven los demás.Esto es tuyo??
ojalá llame, si no lo hace..
La foto es preciosa.
Un beso.

Ana dijo...

Le Chloé ! :D
Las letras en cursiva son de un poema de Salinas de La voz a ti debida: http://www.poesi.as/ps33004.htm Si pruebas a recitarlo delante del espejo igual los pelos del brazo se te alborotan...
Tía, tía... qué bueno verte por aquí!

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