El tic complementa al tac, en una armonía sonora, que deja a una en tensión consigo misma. Como si tuviera muchas cosas que hacer, exámenes que estudiar y ejercicios que terminar. Ese dualismo rellena los silencios y provoca una presión por el paso del tiempo que acaba en somnolencia profunda antes de llegar al posible soliloquio filosófico sobre el tema en cuestión. Lástima no ser más rigurosa y disciplinada. Pasemos pues a la segunda dimensión: mundo narcótico, allá voy.



3 comentarios:

h i l i a n d o dijo...

yo, si pudiera, viviría siempre en el mundo narcótico.

Ana dijo...

ya lo haces, no sé si conscientemente o no, yo al menos sí y qué diverrrrrrrsión!!!

h i l i a n d o dijo...

;-)

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